Cuando en el transcurrir de la existencia de una persona esta se convence de haber logrado ciertos fines y lo inútil de continuar manteniendo vivos objetivos inalcanzables, podemos decir que se ha llegado al fin de nuestras vidas. Mientras se mantenga alguna esperanza, se vive; pero cuando el ser humano se carga de desencantos, desilusiones y desesperanzas muere internamente. No se requiere tener muchos años para estar en posesión de tales sentimientos, basta con no sentirse obligado o amarrado a algo, o a alguien.

He ahí donde surgen los valores filiales y otros por afinidades fraternales, porque al calor de esta, nacen ilusiones, deseos, fines, proyectos a ejecutar para la preservación de descendientes y anexos afines, para el disfrute de una sólida estabilidad social, personal y económica. Estas condiciones imprescindibles para todo ser humano requieren el mayor cuidado y cultivo de estas para evitar caer en profundas abulias que nos conducirían al ¿Por qué vivir?

Existen favores que por sus magnitudes emocionales y sus ulteriores consecuencias, solo pueden ser pagadas devolviendo el favor recibido con acciones de similares proporciones sentimentales a las recibidas y no con dinero. La vida establece amarras, que son de obligatorio cumplimientos, sin estas ligaduras la existencia no tiene razón de ser y se caería a la nada. Se puede llegar a vivir cargado de años pero lleno de añoranzas para la ejecución de un proyecto, de una idea, de alcanzar un objetivo; pero no se puede llegar a obtener algo útil cuando aun siendo joven no se es capaz de crear valores morales para tener Razones de Vida.

Es necesario efectuar un replanteo de nuestros planes con cierta periodicidad para reordenar conceptos estableciendo los cambios necesarios para una mejor ejecución de los fines que se persiguen.

Hay que evitar a toda costa dañar las expectativas que nos tengan otras personas porque perderíamos sus consideraciones y respetos; el incumplimiento, la desconsideración, la indiferencia, el desconocer o burlarnos de los valores humanos de quienes nos rodean es situarnos en bajos peldaños en la escala de las categorías humanas y lo perderíamos todo.

La condición humana requiere, que seamos consecuente con unos, con otros y con nosotros mismos; si estas condiciones faltaren estaríamos ubicados dentro de la mas abyecta miseria humana.

Presidente ASOIFA. Omo Odún Otuatiyu Adalberto Herrera Alfonso.